NO HABRA MINISTERIO. En la vida muchas veces se habla más de la cuenta y se prometen cosas que luego no se cumplen. Esto no es ningún problema si sucede en una charla de amigos, pero tiene mayor trascendencia si la afirmación es de una primera autoridad con luz y taquígrafos como testigos. Esto es ni más ni menos lo que le sucedió al presidente del Gobierno en la recepción oficial en Moncloa a los campeones de la Copa Davis el pasado 25 de noviembre. Zapatero, visiblemente contento con la gesta y queriendo responder a un viejo deseo del deporte español en un año cuajado de grandes éxitos internacionales, anuncio: “Habrá Ministerio de Deportes en la próxima remodelación de mi Gobierno”. A la hora de la verdad se ha quedado a mitad de camino, no habrá ministerio pero a cambio el Consejo Superior de Deportes dependerá directamente de Presidencia.
SOLUCION INTERMEDIA. Es como si el propio Zapatero se autonombrara ministro de Deportes. Es muy probable que haya considerado a fondo lo que le podía provocar más críticas, si cumplir su palabra y crear un nuevo ministerio o simplemente cambiar la ubicación en el organigrama ministerial. En la época de crisis que vivimos, un nuevo ministerio y los gastos que comporta, con toda seguridad hubiese significado más problemas que esta solución intermedia que en el fondo cambiará pocas cosas. Zapatero interpreta que ésta es la manera más eficaz de apoyar al deporte español y a Madrid 2016 que el próximo mes de octubre se juega su elección como ciudad olímpica ni más ni menos que frente a la candidatura de Chicago que defiende su amigo Obama.
EL CAMP NOU, ASIGNATURA PENDIENTE. Así son los políticos, dicen una cosa y hacen otra. Como, además, el Consejo de Deportes está a menos de 300 metros de La Moncloa, Zapatero lo tiene fácil, haciendo footing puede ir de un despacho al otro. Por cierto, ahora que el presidente del Gobierno asume directamente la responsabilidad del deporte, sería bueno que aprobara una asignatura pendiente. Desde la llegada de la democracia, hace mas de treinta años, ningún presidente del Gobierno español ha acudido al Camp Nou y sí se les ha visto en otros estadios. Suárez, Calvo Sotelo, Felipe González y Aznar nunca pisaron el palco barcelonista en calidad de presidentes. Zapatero, que además presume de ser del Barça, tiene ahora una buena oportunidad para solucionar este agravio. Si el Barça llega a semifinales de la Champions, el partido contra el Liverpool o el Chelsea sería una magnífica oportunidad.
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