Los periodistas que el año pasado cubrieron la invasión israelí de Gaza tuvieron que informar a varios kilómetros de distancia de lo que ocurría. Las autoridades de Israel bloquearon el acceso a la prensa internacional pero se olvidaron del cineasta Alberto Arce, gijonés de 33 años, que diez días antes se coló en un barco que había partido desde Chipre. La película que grabó durante los 24 días de guerra, To shoot an elephant (Disparar a un elefante), se estrena hoy en Madrid en el Pequeño Cine Estudio. Arce siente la obligación de mostrar parte de lo que pudo contemplar: "Mi retina vio 1.000 horas, mi cámara grabó 65 y yo le puedo mostrar al público sólo dos".
La Marina de Israel no les abordó "porque entre los cinco pasajeros había un israelí y dos europeos a bordo", intuye. "Mi intención era grabar un documental sobre el bloqueo israelí a los bienes más básicos, que llevaba en pie más de dos años", explica Arce. "El día que empezó la guerra estaba entrevistando a dos adolescentes cerca de la frontera y de repente empezaron a pasar F-16 sobre nuestras cabezas", relata. "En la película se ve cómo ellos, acostumbrados a estas situaciones, se sorprenden y dicen que no es normal tanto ruido. Al poco empezaron a caer bombas y en menos de cinco minutos el mundo se volvió al revés". En ese momento Arce fue consciente de que, exceptuando al corresponsal de Al Jazeera, no había ningún otro periodista internacional que pudiera contar desde dentro lo que estaba pasando. "Tenía dos opciones: o volver a casa, o quedarme y grabarlo todo. Ni lo dudé. Decidí quedarme".
To shoot an elephant muestra escenas muy duras: una niña moribunda trasladada al hospital en un carro tirado por un mulo, el bombardeo de los hospitales o el disparo deliberado a un camillero que trataba de recoger a un herido que yacía en medio de una calle. El cineasta acompañó durante la mayor parte del tiempo a los enfermeros de la Media Luna Roja. "Durante esos días, fueron asesinados 16 de ellos y cuatro de las ambulancias en las que nos movíamos fueron destruidas por misiles".
"Fueron días agotadores. En caliente uno no se acuerda de dormir, de comer o de ir al baño. A veces echaba una cabezada si quedaba una cama libre en el hospital. A la media hora venía alguien que te despertaba y te decía: '¿seguimos?'. Y seguías".
El documental también muestra los pocos momentos de calma. En una escena uno de los enfermeros pregunta: "¿Por qué nos grabas tanto?". Días después murió víctima de un misil israelí. Arce le ha dedicado la película.
La labor del cineasta ha sido reconocida. Ha ganado el premio de periodismo europeo Anna Lindh y el galardón a la mejor dirección en el Festival de Florencia. Sin embargo, reconoce que se siente frustrado. "Creía que acumulaba pruebas para denunciar un comportamiento criminal y que cambiaría algo". En las próximas semanas su documental podrá verse gratis en Internet. Arce promueve una proyección global en salas de cine el 18 de enero, aniversario del alto el fuego. "Espero que la película sirva para remover las conciencias. La ilusión es lo último que se pierde".
http://www.elpais.com/articulo/madrid/testigo/incomodo/Gaza/elpepiespmad/20091204elpmad_12/Tes
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