Hoy por hoy, la clase política no tiene ni un solo incentivo para remodelar un sistema que tanto le beneficia. Quizás los candidatos nos prometan hacerlo después de que votemos por ellos y lleguen al poder, pero una vez allí pueden ignorarnos sin costo alguno. Porque podemos llevar a alguien al poder con nuestro voto, pero no podemos castigarlo si lo ejerce en nuestra contra. Los políticos saben que han logrado erigir un muro infranqueable en torno a su alcázar; tienen una situación inusual y privilegiada como si pertenecieran a una casta especial.
El problema no son las personas o los partidos en sí, el problema es un sistema político que no asume la representación como punto de partida, como cimiento fundacional. El problema es la inexistencia de mecanismos democráticos como la democracia interna en los partidos, la separación de poderes, parlamentarios libres con voz y voto propio, cuentas públicas transparentes, una ley de financiación de partidos transparente, entre tantas y tantas más. El problema es que los partidos insisten en que nos representan adecuadamente cuando no es así.
Algo está mal. Algo no funciona. Algo necesita cambiar y con urgencia. Porque votar “por el menos malo” me parece un consejo que coloca la vara de medir al ras del suelo, que obliga a Menorca a seguir conformándose con poco y aspirar a menos. Siento que si voto por cualquier partido –en estas condiciones— contribuiré a avalar un sistema que debe ser cambiado desde afuera, ya que nadie lo va a hacer desde adentro. Siento que si voto en favor de cualquier partido –en estas condiciones– acabaré contribuyendo a legitimar un sistema que actúa cotidianamente al margen de la ciudadanía. Siento que incluso si voto por una persona con amplias dotes –en estas condiciones– acabaré premiando a partidos que obstaculizan la profundización democrática en lugar de fomentarla.
Y por ello tendremos que pensar en acciones que contribuyan a protestar, a sacudir, a presionar, a rechazar, a manifestar la inconformidad, a reconfigurar una democracia altamente disfuncional. Por ello habrá que tener en cuenta medidas como el voto en blanco computable, como el voto a Ciudadanos en Blanco, que combata la inercia y genere incentivos para mejorar la representación. Porque el voto a partidos ya ha demostrado ser insuficiente, la competencia entre partidos ha demostrado ser insuficiente, la alternancia entre una opción ideológica u otra ha demostrado ser insuficiente.
No podemos seguir fingiendo; ha llegado el momento de reconocer lo que no funciona y arreglarlo. Porque votar por el partido “menos malo” equivale a comprar la fruta menos podrida en lugar de presionar al vendedor para que –de ahora en adelante– venda fruta fresca. Votar por el menos malo equivale a decir que Menorca no puede aspirar a más.
Puedes conocer la propuesta en www.CiudadanosenBlanco.com un movimiento cívico que se presenta a las elecciones, dejando los escaños vacíos de políticos impresentables, rechazando los sueldos, evidentemente, y haciendo llegar la voz de tantos y tantos ciudadanos que nos sentimos hartos de tanta falta de honestidad.
La democracia es posible.
Y K LO TENGA K DECIR UN ABUELO DE 93 AÑOS MANDA WEVOS:
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http://www.fundacioncivil.org/2011/04/rebelate/
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